domingo, 25 de febrero de 2007

De «juego» a «muere» en cinco pasos

¿Les ha pasado, en momentos cuando cualquier cosa de la lista de deberes parece aburrida, no encontrar cómo concentrarse? ¿O teniendo un poco, poquísimo de tiempo libre, no saber en qué usarlo? ¿Un viaje largo en avión, sin mucho qué hacer, porque la película que pasan ya la viste o no quieres verla, y tu compañero de asiento no es de platicar o va roncando?

Sin duda, cada familia es un micro cosmos, y en la mía, mis hermanos y yo hallábamos nuestras propias forma de divertirnos, incluso si íbamos empacados en la camioneta de la familia, rumbo a unas vacaciones, y el camino era largo y aburrido.



>>A veces, jugábamos a ver quién veía más placas de automóviles al pasar, que pertenecieran a otros estados. O a recordar palabras con las letras de esas placas. Por ejemplo, la placa era... 368-NYH (del DF, por supuesto, que son las que comienzan con números)... rápidamente alguien gritaba: «¡Neoyorquino hambriento!». La placa era SRE-XXX (donde XXX son cualesquiera dígitos), otro decía: «¡Serpiente!». La idea era explotar los recursos cerebrales para combatir el aburrimiento. Si este llegaba a tal grado que no daba para mucho uso neuronal, al menos contábamos los carros rojos o verdes... o azules... o blancos. Si era temporada navideña y viajábamos en la ciudad, competíamos para ver quién reportaba más arbolitos navideños que se asomaran desde las ventanas de las casas en el vecindario. Uno muy popular era decir primero que todos el nombre del producto que el anuncio comercial en la televisión promovía (mucho antes del control remoto y de la posibilidad de saltar de canal en canal). Pero hubo un juego que Cesia y yo nos inventamos y que nos dio horas de diversión. Incluso lo probé por chat hace unos años con un amigo, y todavía no logro que pierda...

Es un entretenimiento que viene en dos ramas y ambas tienen que ver con mutación de palabras. En la primera rama, se trata de llegar de una palabra a otra cambiando una letra a la vez y en el menor número de cambios posible. Oficialmente el juego ni siquiera tiene un nombre, aunque seguramente les proporcionará algo de diversión, estén solos o acompañados (la competencia siempre provee un poco más de diversión, no me pregunten por qué).

La primera rama
La primera rama se juega de la siguiente manera:

  • Hay que tomar papel y lápiz o bolígrafo (biromen, para los argentinos), o si se es muy sofisticado, la computadora personal.
  • Comenzando con palabras de cuatro letras (para principiantes), determinar dos palabras, por muy disímiles que sean. Usemos por ejemplo «casa» y «perro».
  • Ahora, escriban la primera palabra en una columna:
casa
  • A continuación, escriban bajo la primera palabra, otra pero en la que solo cambie una letra... no importa si es una de las vocales o una de las consonantes. No importa si es la primera letra o cualquiera otra (aquí marco el cambio con color anaranjado):
casa
capa
  • Sigan haciendo mutar la palabra nueva, de una letra por vez, hasta que logren llegar a su palabra-objetivo:
casa
capa
papa
parra
perra
perro

¿Cómo les fue? ¿en cuántos pasos lo hicieron? Probemos, basándonos en la misma primera palabra, cambiar la palabra objetivo. ¿Qué tal de «casa» a «puño»? ;-)

casa
caña
caño
paño
puño

¡Cuatro pasos, no está mal! Ahora, prueben con los siguientes pares:

  • De «loco» a «mamá» (el acento cuenta)
  • De «taco» a «cima»
  • De «palo» a «niña»
Ahora que son expertos, pueden cambiar a palabras de cinco letras. Probemos con «juego» y «muera» (se vale usar verbos también, en cualquier conjugación).

juego
fuego
fuero
fuere
muere
muera

La segunda rama
Ahora, la segunda rama tiene más licencias, porque aunque se trata de brincar de palabra en palabra, no se hace cambiando letras, sino asociando ideas. Aquí no importa el tamaño de la palabra. Es más loco, porque comenzarán con algo como «escuela» y terminarán con algo como «filete» y sus listados podrían ser muy, muy breves, o largos como la fila de las tortillas (en México, las tortillerías tradicionales, sobre todo fuera de las zonas urbanas, tienden a atender un cliente por vez, y eso hace que uno tenga que estar formado algunos minutos hasta que le toque el turno... Foto 1 Foto 2).

Prueben con el ejemplo que puse arriba:

escuela
niños
jugar
cansado
hambre
filete

Como se pueden dar cuenta, cada nueva palabra abre las posiblidades para la siguiente.

Si al terminar no están satisfechos con la ruta que encontraron, prueben otra, y otra y otra.
¿Qué tal ver no cuál es la ruta más corta, sino la más larga? ;-)

escuela
educación
buenos modales
simpatía
risa
chiste
sonrisa
dientes
caries
comida
filete

Si están acompañados, compitan. Háganlo por el chat si están conectados. Aprendan las posibilidades. Mi amigo Gamaliel propuso una variante: él proponía una de las palabras y yo la siguiente, así hasta ver quién era el primero que perdía diciendo «cangrejo». No recuerdo cuánto tiempo pasó, pero después me dijo que lo estuvo jugando con otras personas.

Como ven, pueden tomar ventaja de palabras o circunstancias sosas y convertirlas en entretenimiento.
Prueben con sus propias palabras. Publiquen su resultado como comentario a este artículo. Me encantará leerlas. Tal vez podrían hacer solo cuatro pasos de «casa» a «perro»...

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sábado, 24 de febrero de 2007

Para repasar # 6

«Aprendamos idiomas» (Febrero 16 al 22)

Zero, null, zippo, nada! Regresa a tu examen ;-)

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martes, 20 de febrero de 2007

Voy a Puerto Rico y vengo...

Eran como las 11:30 de la mañana de ayer, lunes. A mí César solo me preguntó: «¿Estás muy ocupada?» Lo siguiente que supe es que estaba corriendo a la casa a armar un mini maletín de Sport Billy y saliendo rauda al aeropuerto, para abordar un avión que despegaría a las cuatro... ¡con rumbo a Puerto Rico!

>>Ya veo que se están riendo un poco y preguntándose de qué rayos se trató todo eso. Bueno, hoy, a 30 horas de haber salido a la Isla del Encanto, y a 9 horas de haber regresado, les cuento que fue el viaje más «relámpago» que haya hecho en mi vida.

Hubo necesidad de hacer llegar a ciertas personas clave en la Isla una caja con material de prensa y la forma más rápida fue Mensajería León. De momento era una urgencia, lo que llamamos «bomberazo», de modo que la adrenalina cundió, pero en este preciso momento está cobrando su precio todo ese derroche de energía.

Hoy en la mañana fue un poco absurdo. Prácticamente, con mi hermano, mi cuñada y los niños solo pude tener charlas breves durante el trayecto del aeropuerto a su casa por la noche que llegué a San Juan, y en la mañana, después de comer un plato de cereal, y mientras los niños se sentaban a comer su desayuno antes de ir a la escuela, me despedí con algo como: «Bueno, ya me voy. Nos vemos (beso correspondiente), los quiero». Solo faltaba «Nos vemos la semana que entra».

Este mundo debería asustarme pero de repente me gusta. Mira que salir y regresar en menos de 24 horas al Caribe no es poca hazaña si lo ves en distancia. Por supuesto, eso no garantiza que lo vaya a volver a hacer cada vez que se ofrezca. Pero por ahí, si tienen un bomberazo a Oslo o a Argentina, «Mensajería León: ¡Llevamos su paquete de volón pimpón!» ;-)

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viernes, 16 de febrero de 2007

Para repasar # 5

«Aprendamos idiomas» (Febrero 9 al 15)

Este espacio está tan en blanco como tu mente... Sugiero regresar a tu examen.

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jueves, 15 de febrero de 2007

Al mal tiempo, buena cara


Tengo la nariz congestionada, me duele el cuerpo, me arden los ojos... ya concluí que nada tuvo que ver la perrita que llevaron ayer a la oficina —soy alérgica al pelo de los perros— sino que la gripa parece inminente (aunque la estornudadera estoy a punto de enjaretársela al mentado can). Eso explica la lamentable expresión de mis ojos. Con todo, hice una escala en la estética que está más cerca a la casa, y a donde últimamente acuden los amigos a hacerse cortes y tintes de cabello de todo tipo.

Me encantó como quedó mi corte... no me gustó nadita cuando tuve que firmar el voucher del pago con la tarjeta de crédito, pero como en parte este fue mi regalo de cumpleaños para mí misma (con dos semanas de retraso), retomo lo que dice aquel viejo slogan: «Es un pequeño lujo, pero creo que lo valgo» (¡y vaya si no!).


>>Acá la temperatura bajó hasta los infames 0ºC, que en Farenheit es 32 (todavía me pregunto qué manías de usar escalas que el resto de la humanidad no usa). Estábamos dos grados arriba de eso cuando salí del salón y me encaminé a casa. Bien dicho «encaminé» porque me vine andando —a las 8:30 PM— en la oscuridad y soledad de la noche. Quisiera saber qué tienen contra los honestos peatones los conductores de autos blancos, que al pasar junto a uno se regodean tocando la bocina, como si eso los hiciera graciosos. En este país, no puede uno salir a dar una caminata porque eso automáticamente lo marca como looser ante los ojos del cómodo conductor que viaja con la calefacción de su auto puesta hasta el tope. Por eso ha de ser que esta ciudad tiene el récord nacional de gordos... Eso explica que este país no quiera saber nada sobre el Protocolo de Kioto... tendrían que experimentar un decremento en su derroche de energía, y tal vez, —¡Dios no lo permita!— verse obligados a caminar por la vereda.

Los próximos días no prometen estar mejores, aunque eso sí, hemos tenido un sol brillante. Lo que se antoja es estar en un lindo café, frente a un ventanal que atrape los acariciantes rayos de sol, al calor de un latte y en la compañía de la persona querida.

En fin, tampoco por acá hay muchos cafés con ventanales que atrapen el sol. Pero hay que darle buena cara al mal tiempo. Por eso me fui a arreglar el cabello. Espero que me dure el gusto... hasta que tenga que pagar el saldo de la tarjeta de crédito.

Un enlace interesante sobre esfuerzos personales sencillos para colaborar con el Protocolo de Kioto:


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martes, 13 de febrero de 2007

¿San Valentón?

Ya vienen siendo semanas que las tiendas nos torturan con su color rojo por todos lados. Globos rojos, chocolates rojos, ositos de peluche rojos, corazones por aquí, corazones por allá, tarjetas, bolsitas de regalo, ropa alusiva, pijamas con cupidos, qué sé yo... el cielo de los consumistas.

Mi razonamiento hoy va más bien por ahí de si necesitamos en realidad a San Valentín. ¿Necesitamos esa figura para ponerle realmente combustible a las relaciones hombre-mujer?


>>Hace poco menos de un año con unas amigas del chat, iniciamos una campaña llamada «Nosotras necesitamos...». Se trataba de siete días en que estaríamos utilizando las siguientes consignas como nickname en nuestro MSN:

  • Día 1: «Nosotras necesitamos hombres de integridad»
  • Día 2: «Nosotras necesitamos hombres valientes»
  • Día 3: «Nosotras necesitamos hombres santos»
  • Día 4: «Nosotras necesitamos hombres de fe»
  • Día 5: «Nosotras necesitamos hombres que cumplan su palabra»
  • Día 6: «Nosotras necesitamos hombres que amen a Dios»
  • Día 7: «Nosotras necesitamos a hombres que se amen a sí mismos»

No saben las reacciones que eso provocó, sobre todo, entre la comunidad masculina. Algunos se burlaban, otros preguntaban en qué planeta vivíamos, otros se sentían ofendidos (como si automáticamente al leer la consigna, les estuviésemos diciendo que ellos carecían de todo eso). Hasta donde estamos de complejos, ¿eh?

La verdad detrás de esas consignas es que creemos que los hombres pueden vivir desarrollando esas características. Lo que falta, me parece, es que ellos —o algunos de ellos—lo crean.

Creo que nuestra campaña habla por el corazón femenino, por el anhelo de encontrar en los varones de nuestra vida (hermanos, padres, amigos, novios, esposos) esas actitudes y decisiones que nos hacen sentir seguras en su compañía.

No sé cuáles serían las siete consignas de los hombres hacia las mujeres, y estaría bueno que los lectores opinaran ingresando su comentarios, pero sé que nosotras, más que un santo de un día al año que el comercio se concentra en resaltar, necesitamos hombres que desarrollen carácter los 365 días del año.

En pocas palabras: No queremos a San Valentón, alguien que se jacta de ser lo que no es. Queremos ver lo que son mediante sus hechos.

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viernes, 9 de febrero de 2007

Seis grados

¿A cuántas personas conoces que pudieran conectarte, en un momento dado, con personas como Gabriel García Márquez, Bill Clinton o Brad Pitt? ¿A ninguna? ¿Estás completamente seguro? En esta época de conexiones cibernéticas, no deberías estarlo tanto.

De cualquier forma, hay una teoría que afirma que todas las personas sobre la faz de la tierra estamos interconectadas a través de otras seis. Le han llamado la teoría de «Los seis grados de separación», y la forma más sencilla de explicarla sería reflexionando en que como seres humanos, somos gregarios y no pasamos nuestra vida aislados. Tenemos muchos contactos diariamente con infinidad de personas, que a su vez, se relacionan con otros. Piensa, ¿cuántas personas conoces y cuántas de ellas las has conocido a través de alguien que ya era tu amigo, o con quien te relacionaste en la escuela, la oficina, la iglesia, el club deportivo...? La base de este concepto es que la cantidad de personas que conoces crecerá de forma exponencial a medida que avanzas en la cadena, y que de hecho, solo se requerirán unos pocos enlaces de personas conocidas (seis, de hecho) para que eso te permita interrelacionarte con otros, y otros y otros, de modo que estarías interconectado literalmente con «todo el mundo». ¿Escéptico?

Probemos con un ejemplo:



Piensa en una persona que conoces, por decir algo, tu jefe del trabajo. ¿Ya? ¿Puedes ahora ubicar a seis personas que él conozca, y que en un momento dado tú has tenido oportunidad de tratar, o la tendrías si fuera necesario? Muy bien. Ahora, a cada una de esas seis, asígnale otras seis, y a cada una de esas, otras seis. ¿Ya estás lo suficientemente confundido? Ok. Ahora piensa en la persona que hace la limpieza en tu casa o en tu oficina. También puede tener seis personas a su alrededor con las que en algún momento has tenido contacto: un hijo, el pariente que te recomendó como jardinero, la vecina que estaba enferma y necesitaba un ride al hospital... de tal suerte, que alguna vez resultaste conocer al que le rentaba la casa.

Por loco que parezca, esta teoría vio su primera luz en una historia corta llamada Chains, del escritor húngaro Figyes Karinthy, en... 1929. Luego fue ampliada por un psicólogo llamado Stanley Milgram en 1967. A partir de entonces, diversos estudiosos han tratado de probar la teoría, ya sea con matemáticas o de formas más prácticas y rastreables, sin resultados enteramente satisfactorios. Sin embargo, quien más ayudó a la aceptación de esta teoría fue Brett C. Tjaden, de la Universidad de Virgina, al crear la página The Oracle of Bacon at Virginia, a través de la que puedes saber cuántas personas separan a dos actores famosos, usando la famosa base de datos IMDb (Internet Movie Database) para rastrear otros actores en las películas o programas en que han participado y que pueden interrelacionar a uno con el otro. Decidida a probar, ingresé dos nombres que, en mi mente, no fácilmente tendrían personas que los enlazaran: Clark Gable y Dakota Fanning, esa simpática niña que acompaña a Tom Cruise en el remake de «La guerra de los mundos». ¿Saben cuántas personas mediaron entre ellos? Una. ¡UNA! El actor Gene Barry, quien comparte créditos con Cruise y Fanning en «La guerra...» de 2005 y que actuó junto a Clark Gable en la película «Soldier of Fortune» de 1955.

Ya haciendo cuentas, descubrí que yo podría estar a una persona de separación de George W. Bush ¡y como a tres personas de separación del difunto Yaser Arafat! Y como es muy probable que tú me conozcas, eso te pone a dos personas de Bush y a cuatro de Arafat. Viéndolo de esa forma... no parece tan descocado, ¿verdad?

Algunos enlaces sobre los «Seis grados de separación»:

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Una ciudad de Lego


La Ciudad de México, vista desde el aire.
Mayo de 2006. Cortesía: Ana Isabel Romero.

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jueves, 8 de febrero de 2007

Para repasar # 4

«Aprendamos idiomas» (Febrero 2 al 8)

Estudiar, una palabra a la que hay que hacer caso más seguido...

Regresar al examen.

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miércoles, 7 de febrero de 2007

La biografía

En menos de 24 horas y a través de un amable mensaje de correo electrónico, Chris de «Amazing Change» me autorizó publicar la traducción de esta biografía, relacionada con el mensaje de ayer. Thank you, Chris!

William Wilberforce


William Wilberforce nació en Hull, Inglaterra, en 1759, y fue elegido miembro de la Cámara de los Comunes a los 21 años. Durante su tiempo en el Parlamento, Wilberforce dirigió la batalla política para abolir la esclavitud y el comercio de esclavos en el Imperio Británico.

Introdujo numerosos proyectos de ley en el siglo XVIII y a inicios del XIX, los cuales fueron derrotados. Con la esperanza de persuadir al gobierno británico de apoyar la abolición, Wilberforce y sus compañero abolicionistas peinaron Inglaterra, recolectando evidencia de los crímenes de trata de esclavos. Como parte de su esfuerzo, Wilberforce recogió 390,000 firmas de ciudadanos británicos que apoyaban la causa antiesclavista.

Finalmente, tras 20 años de lucha, Wilberforce vio el fin de la trata de esclavos británica, cuando su proyecto de abolición ganó por una gran mayoría, en 1807. Veintiseis años después, tan solo tres días antes de su muerte, la esclavitud fue abolida también en todas las colonias británicas. A pesar de padecer enfermedad crónica y repetidas derrotas de sus proyectos antiesclaavistas en el Parlamento, Wilberforce persistió en su misión de abolir la injusticia en el mundo. Por su resistente valor y convicción, Wilberforce se ganó el título de «La conciencia del Parlamento».

Traducido con permiso de «Amazing Change».

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martes, 6 de febrero de 2007

Wilberforce y la «Sublime gracia»

Cuando el mundo era nuevo y yo era más joven, descubrí un país de fantasía llamado Noruega, tierra de aventureros y navegantes que vio partir mil y un barcos vikingos a la conquista de nuevas y lejanas tierras, tan lejanas como Terranova en el actual Canadá, dice la historia, así que Don Cristóbal... Don Americo, no sé cómo decir esto, pero... este continente debería llamarse «Vinland».

Por aquellos tiempos (de mi descubrimiento personal, no el de los vikingos viajeros), conocí a una persona sorprendente que amplió mi perspectiva de la vida cual abanico en temas tan poco probables sobre los que yo estuviera documentada como son la política, las relaciones internacionales y la legislación internacional en materia de protección ambiental. Por supuesto, me refiero a Lars Rise, a quien algunos pocos de mis amigos y familia también conocen. En ese tiempo, Lars era miembro del Stortinget (Parlamento Noruego) en los comités de Energía y Ambiente así como el de Asuntos Internacionales, a la vez que era uno de los representantes por Noruega ante el Consejo de Europa. Una de las cosas que Lars me enseñó fue la perspectiva de un cristiano en la política y las múltiples funciones que éste puede cumplir como discípulo, llevando el nombre de Jesús «a las naciones y sus reyes», con un énfasis especial en estos últimos, al referirse a los gobernantes de los países modernos, en un paralelismo con el llamado del apóstol Pablo.

Hablo de esto porque el fin de semana fui al cine y muy cerca ya de la temporada de estrenos importantes, entre los tantos trailers de las nuevas cintas que prometen traer diversión a esta cultura de consumo, apareció uno que hizo literalmente que se me erizara al piel de emoción. Se trata de «Amazing Grace»*, a estrenarse por estos lares el 23 de febrero, y que narra la historia de William Wilberforce, el político británico que desde finales del siglo XVIII hasta su muerte, luchó en pro de la abolición de la esclavitud y la trata de esclavos en Gran Bretaña y sus colonias.

Lars Rise fue el primero que me narró la admirable historia de Wilberforce y sus amigos, y su decisiva y tenaz lucha (así como sus sorprendenetes logros) en contra de la esclavitud y del comercio de esclavos en Gran Bretaña.
En realidad, como mexicana, jamás había oído la historia ni el nombre de Wilberforce. Siendo honesta, tal vez lo leí por ahí en alguno de los muchos libros y enciclopedias que acostumbraba devorar desde que sé leer (bastantes años ya...), pero tengo que admitir que mi única referencia sobre la lucha por abolir la esclavitud descansaba en mi escasísimo conocimiento sobre el general Toussaint L'Ouverture, el que adquirí una mañana de lunes, cuando estudiaba la primaria y tuve que leer y aprender la mini biografía del héroe haitiano para recitarla durante las efemérides de la ceremonia patria (los que estudiaron en México saben de lo que hablo).

Es sorprendente que, buscando información en Internet para vincularla a este mensaje y que puedan ustedes tener una idea de la vida de ese hombre ejemplar, ¡no encontré una sola biografía en español de William Wilberforce! Estoy en proceso de conseguir la autorización para traducir y publicar en este blog una breve biografía que encontré en la página «Amazing Change». Mientras tanto, no hay muchos lugares a donde los pueda dirigir, excepto a la biografía en inglés que se encuentra en Wikipedia. Solo mencionaré que entre los amigos de Wilberforce se contaba John Newton, antiguo tratante de esclavos convertido al cristianismo, famoso por ser el autor del himno «Sublime gracia».

Me anima que Hollywood produzca filmes sobre gente como Wilberforce. Me anima a creer que todavía es posible vivir la vida cristiana más allá de las paredes de una iglesia, en un compromiso real con la gente que sufre, como diría RESCATE, «fuera de las casas, fuera de los templos y a la calle». Es una lección para todos. Es una lección para mí.

El próximo domingo 18 de febrero, cientos de iglesias a lo largo del mundo estarán cantando unidas el amado himno de John Newton, como una forma de agradecer a Dios por la abolición de la esclavitud, orar por que cese el racismo y para comprometerse a liberar a los hombres, mujeres y niños que hoy día son todavía víctimas de la esclavitud. Si asistes a una iglesia y te interesa esta información, en este enlace puedes leer sobre el «Amazing Grace Sunday» y la campaña «Amazing Change».


* «Sublime gracia», el nombre de la película, es el título en español del histórico himno que lleva ese nombre, pero desconozco el nombre que vayan a ponerle en español o si la cinta estará en exhibición en Latinoamérica. Sospecho que sí porque ha participado en varios festivales cinematrográficos, entre ellos, el de Toronto.

Algunos enlaces sobre la lucha en favor de la abolición de la esclavitud en el mundo e información sobre la esclavitud en nuestros tiempos:

  1. Fin de la esclavitud
  2. Toussaint L'Overture y su ejército de esclavos
  3. Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud (ONU)
  4. Una vieja forma de esclavitud
  5. La esclavitud en el siglo XXI (por Jorge Ramos)
  6. ¿Por qué la Biblia parece tolerar la institución de la esclavitud? (Breve nota sobre Wilberforce al final)

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domingo, 4 de febrero de 2007

¿Bernabé, dónde estás?

Todos necesitamos un Bernabé.

No, no me malinterpreten. No me estoy refiriendo al de Burundanga y Celia Cruz. Quiero decir... un Bernabé como el compañero de luchas del apóstol Pablo, cuyo carácter y actitud le ganaron el honroso sobrenombre de «Hijo de consolación» (o exhortación).

José (alias Bernabé) era un hombre libre de prejuicios y de orgullo, que no tuvo problema en aceptar a gente que parecía diferente. Fue uno de los que donaron propiedades para entregar lo obtenido, a fin de que todos en la iglesia tuvieran lo necesario para vivir. Cuando todos dudaban de Saulo, fue él quien lo trajo con los creyentes y les explicó su transformación radical de frenético perseguidor de cristianos a humilde servidor de Jesucristo.

En las etapas tempranas de la iglesia cristiana, abrió brecha para que los gentiles (creyentes no judíos) fueran aceptados en la congregación y sentó las bases para lo que más adelante sería el ministerio del gran apóstol Pablo. De hecho, Bernabé fue originalmente el líder de los viajes con Pablo, y su humildad fue tal, que la transición del liderazgo a Pablo se pudo dar sin mayor problema. Bernabé mostraba tal misericordia que estuvo dispuesto a separarse del trabajo con Pablo con tal de dar otra oportunidad a un joven inmaduro llamado Juan Marcos.

Se le describe como un «hombre bueno y lleno del Espíritu Santo», y que «arriesgó su vida por el nombre de Jesucristo».

Respecto a los «Bernabé» modernos, hoy mi pastor estaba hablando sobre cuánto son necesarios, principalmente por los siguientes puntos:

  1. Todos necesitamos que alguien nos cuide las espaldas. A veces no podemos ver lo que en nuestras decisiones y acciones, tiene el potencial de dañarnos o revertirse en nuestra contra. Un Bernabé nos advierte, nos da su punto de vista o su consejo sabio, para evitarnos un dolor futuro.
  2. Necesitamos alguien que pelee por nosotros. Algunas ocasiones, nos encontramos tan lastimados o débiles, que no podemos ponernos en pie para enfrentar circunstancias difíciles. Un Bernabé está ahí a nuestro lado, peleando por nosotros, mientras nos recuperamos.
  3. Necesitamos amigos, alguien con quién hablar, reír o llorar.
  4. Necesitamos gente que se preocupa por lo mismo que nos preocupa a nosotros.
Yo quiero ser un Bernabé. Pero también necesito alguno. ¿Bernabé, dónde estás?

Enlaces interesantes sobre Bernabé:

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sábado, 3 de febrero de 2007

Una bufanda muy soñada

En cuanto lo vi en ese anaquel de «OK» —en aquel entonces la única tienda de supermercado en San Petersburgo, Rusia— me enamoré de él. Azul plúmbago matizado, textura super suave, hecho en Finlandia, justo para una bufanda hermosa que yo misma tejería y luciría muy pronto. En aquella oportunidad me llevé dos madejas, no fuera a ser que a media bufanda se me acabara el estambre, y ni modo que fuera a volar a San Petersburgo solo a conseguir más. Ese fue el principio del sueño.


















La realidad es que el estambre se quedó guardado en la casa de Alicante por meses y meses, que hasta hace un mes se convirtieron en tres años. Como saben quienes me conocen, no soy tan afecta a tejer y cuando lo hago, tejo tan apretado que la cosa termina pareciendo un tapete. En fin, acá conocí a una amable compañera de oficina que es un primor tejiendo cosas, y ella dijo que podría orientarme sobre como tejer mi soñada bufanda. Me prestó las agujas adecuadas y yo me traje el estambre desde México en el último viaje.

Oficialmente iniciaríamos el tejido los últimos días de la semana pasada, justo cuando mi mamá arribó a Spring. Yo estaba entusiasmada con la idea de crear mi propia bufanda, pero mi entusiasmo no fue tan rápido como las manos de mi progenitora, que tomaron las agujas y teje que teje, en menos de siete días produjeron el milagro, la realización del sueño: mi nueva bufanda.


















Acá sigue haciendo frío, de modo que aún viene bien para salir por la mañana a la oficina, o incluso, a la salida del trabajo. «Por angas o por mangas», yo la vengo usando desde hace tres días. ¡Simplemente me encantó y no quiero soltarla!
Y no la suelto porque me dejó un pedacito de mi mamá para disfrutarlo y tenerlo conmigo. Ella se fue hoy de regreso a casa. Ya incluso hablamos por Skype sobre su viaje, el vuelo demorado, las turbulencias y todo ello. Pero yo tengo mi bufanda acá, enrollada en el cuello, y su suave textura es como un abrazo de ella.

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¡Santo cielo! ¡Me traje las pantuflas!

¿Les sucedió en su infancia que, en lo profundo de su sueños, se hallaron en la más absurda de las situciones mientras realizaban alguna actividad normalmente inocua como asistir a clases, caminar por la calle o ir al supermercado?

Todo parece normal: los lugares, las personas; todo parece transcurrir sin novedad hasta que... mientras te pones en pie para responder la pregunta del profesor —¡santo cielo!—, miras hacia el piso y descubres que estás descalzo, en pijama o mucho peor, ¡en ropa interior!

Bueno, algo parecido me sucedió recientemente. Sandy, una de mis amigas de la oficina de Monterrey, estaba en la ciudad por unos meses y comenzó a asistir a Northwood algunos domingos. Ese día en particular, pasaron por mí y tuve que salir corriendo para llegar a tiempo al servicio de la iglesia. Creo que éste había comenzado ya cuando entramos, pero todavía había lugares al frente, y como nos gusta estar en un lugar donde podamos ver toda la acción, nos fuimos derechito para allá. Comenzamos a integrarnos en la dinámica de la música de alabanza, que es tan especial cada reunión. Yo palmeaba al ritmo, sintiendo profundamente lo que cantaba, con mi corazón tan agradecido a Dios por su amor, cuando, repentinamente miré hacia el piso y descubrí dos grandes manchas rojas sobresaliendo al final de mis pantalones. Algo no estaba bien.

Miré a Sandy, miré mis pies, incrédula. Volvía a mirar a Sandy, quien repentinamente me dirigió una mirada extraña, como preguntando qué me pasaba. ¿Qué me pasaba? «Amiga, ¡me traje las pantuflas puestas!». Sandy miró hacia mis pies y dijo:«No se ve mal...».

En realidad, mis pantuflas no son tales, solo son un par de zapatos abiertos de atrás, muy cómodos y forraditos con tela, con una orilla tejida en el empeine, pero que me parecieron demasiado folklóricos para usarlos en la calle, y demasiado baratos como para dejarlos pasar. De modo que los compré y los adopté como pantuflas, de tal suerte que me esperan cada día bajo mi cama en la mañana, y junto a la puerta cuando regreso de trabajar. Como todo calzado que cumple con dicha función, los pobres ya están gastados y un poco manchados, pero dado que son tan cómodos, los uso diariamente. El problema justamente radica en que su comodidad los hizo pasar prácticamente inadvertidos en mis pies cuando salí corriendo esa mañana, luego en el auto y finalmente, todo el camino desde la puerta del templo hasta la banca del frente.









¿Qué haces cuando te das cuenta de que tus pesadillas se hicieron realidad, y estás en medio de la gente, no solo en un lugar público, sino justamente en la banca del frente en la iglesia, y usando tus pantuflas rojas?

Por supuesto, haciendo de tripas corazón, traté de que pasaran inadvertidas para el resto de la gente, lo cual pareció funcionar muy bien, porque ese día vestía alguna blusa que combinaba y al parecer, la gente no reparó en mis zapatos coloridos. En realidad, yo era la la única que sabía que eran las pantuflas lo que traía.

Mis pantuflas se parecen a los aspectos que cada quien sabe de sí mismo y de los que, por alguna razón, se avergüenza: el origen, la educación, los malos hábitos, los antecedentes familiares, traumas del pasado, fracasos por malas decisiones, _________________ (espacio para rellenar con lo que sea que te avergüence de ti mismo). Creo que muchos andamos por la vida tratando de no hacer evidente alguna cosa de nosotros mismos sobre la que tenemos dudas. Allí es donde tiene su asidero la odiosa actitud del «¿qué dirán?». Inseguridad, baja autoestima, complejos, llámenle como quieran. Están presentes en la vida cotidiana, y los descubrirán estorbando nuestras decisiones, saboteando nuestras relaciones y arruinando nuestras perspectivas para el futuro.

Descubro que hay «pantuflas» imaginarias: solo están en nuestra cabeza y por supuesto el resto de la gente ni las ve. Las otras, las que tienen la potencialidad de ser vistas, podrían clasificarse en dos grupos: las que causan poca o ninguna molestia a los demás y las que pueden meternos en problemas. Me imagino que requiere algo de trabajo identificar cada pantufla y ponerla en el lugar que el corresponde. Pero creo que también requiere algo de trabajo personal mirar las de otros y mostrar misericordia en vez de molestia. A fin de cuentas, es proceso entre cada quien y Dios desechar un viejo par de pantuflas.

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viernes, 2 de febrero de 2007

Para repasar # 3

«Aprendamos idiomas» (Enero 26 a febrero 1º)

Du skal ikke treffe intet her!

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