domingo, 4 de febrero de 2007

¿Bernabé, dónde estás?

Todos necesitamos un Bernabé.

No, no me malinterpreten. No me estoy refiriendo al de Burundanga y Celia Cruz. Quiero decir... un Bernabé como el compañero de luchas del apóstol Pablo, cuyo carácter y actitud le ganaron el honroso sobrenombre de «Hijo de consolación» (o exhortación).

José (alias Bernabé) era un hombre libre de prejuicios y de orgullo, que no tuvo problema en aceptar a gente que parecía diferente. Fue uno de los que donaron propiedades para entregar lo obtenido, a fin de que todos en la iglesia tuvieran lo necesario para vivir. Cuando todos dudaban de Saulo, fue él quien lo trajo con los creyentes y les explicó su transformación radical de frenético perseguidor de cristianos a humilde servidor de Jesucristo.

En las etapas tempranas de la iglesia cristiana, abrió brecha para que los gentiles (creyentes no judíos) fueran aceptados en la congregación y sentó las bases para lo que más adelante sería el ministerio del gran apóstol Pablo. De hecho, Bernabé fue originalmente el líder de los viajes con Pablo, y su humildad fue tal, que la transición del liderazgo a Pablo se pudo dar sin mayor problema. Bernabé mostraba tal misericordia que estuvo dispuesto a separarse del trabajo con Pablo con tal de dar otra oportunidad a un joven inmaduro llamado Juan Marcos.

Se le describe como un «hombre bueno y lleno del Espíritu Santo», y que «arriesgó su vida por el nombre de Jesucristo».

Respecto a los «Bernabé» modernos, hoy mi pastor estaba hablando sobre cuánto son necesarios, principalmente por los siguientes puntos:

  1. Todos necesitamos que alguien nos cuide las espaldas. A veces no podemos ver lo que en nuestras decisiones y acciones, tiene el potencial de dañarnos o revertirse en nuestra contra. Un Bernabé nos advierte, nos da su punto de vista o su consejo sabio, para evitarnos un dolor futuro.
  2. Necesitamos alguien que pelee por nosotros. Algunas ocasiones, nos encontramos tan lastimados o débiles, que no podemos ponernos en pie para enfrentar circunstancias difíciles. Un Bernabé está ahí a nuestro lado, peleando por nosotros, mientras nos recuperamos.
  3. Necesitamos amigos, alguien con quién hablar, reír o llorar.
  4. Necesitamos gente que se preocupa por lo mismo que nos preocupa a nosotros.
Yo quiero ser un Bernabé. Pero también necesito alguno. ¿Bernabé, dónde estás?

Enlaces interesantes sobre Bernabé:

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saraí, creo que eres una "Bernabé sin remedio", lo tuyo ya no tiene cura. Así te hizo Dios y ese es tu ministerio. Fuiste creada para guardar las espaldas de muchos, algunos más de lo que vos crees, y de algunos otros que ni quisieras. Pero es maravilloso serlo, saberte hija de consolación es parte de nuestros llamado, por propia experiencia te digo, no podremos hacer nunca otra cosa más que proteger y proteger. Pero nuestra mayor bendición es saber que también tenemos un Bernabé, solo para nosotras... nuestro Señor Jesús, que tiene tanto o mucho más que el Bernabé del que hablamos, es parte de neustro equipo. Esperemos además que provea algún otro con cuerpo físico para las cosas terrenales, que siempre nos quitan el sueño y nos hacen tambalear entre paso y paso.

Un beso, me encantó tu página.

Gisela Sawin