miércoles, 24 de enero de 2007

Un mapache gordo



Un mapache gordo ronda por los alrededores.

Ya es la segunda o tercera vez que se lanza contra el bote de basura para tumbarlo, acceder a su diverso contenido y regodearse con no sé qué sobras, porque prácticamente todo lo orgánico va a otro lado.

Pero esta vez Eric lo vio —gordo como es y bandido— bien entrado rascando las bolsas de basura.

«Golpée el bote con el pie... se asomó a mirarme, ¡y volvió a a meterse al tambo!», explicaba Eric sorprendido.

Admito que me caen bien los mapaches. Siempre me han encantado (tal vez por culpa de Candy Candy). Fui una quinceañera frustrada, porque mi mamá dijo un terminante NO a la posibilidad de un mapache mascota. Por eso los quiero. Me duele cuando, yertos, yacen a un lado del camino, pasto de los autos.

Pero este gordo del antifaz... esperen... oigo ruidos... un golpe, como de un tambo que cae... Eric caminando allá abajo... golpes en un tambo. La puerta que se cierra. Regresó.

1 comentario:

LaTorreRojaProducciones dijo...

¡¡Hola tremenda!!
Pues gracias por dejarme conocer tu rinconcito de sabiduría y una que otra batucada mapachera, jajajaja.

Sigue amando los mapaches de lejitos porque mi tio tuvo uno y casi le derrumba la casa jajaja... son revoltosos a morir.

Tu frase de la semana, está increíble, por lo menos me espantó la presión de trabajo, la pondré en el messenger un rato.
Te escribo después, un abrazote.
Sweet